Cada segundo es creado para ser de inmediato consumido y al segundo exacto de su nacimiento, otro segundo es creado y consumido, creado y consumido. 

Segundo a segundo. La vida en perpetuo movimiento... y yo siempre mirando la semilla. 

Porque, ¿eh?, todo lo inmenso, lo grande, lo inabarcable empieza por una pequeña cosa, sustancia, partícula. 

Un átomo. Un segundo. Un beso. Un segundo.

Y así va tomando cuerpo el universo, el amor, la vida... con su pequeño componente aplicado sin cesar. Tic, tac, tic, tac.

Acostumbrados estamos (maestro Yoda), a dejar que nuestra mirada sea acaparada por lo grande, lo inmediato, el resultado, arte final. Y poco duchos andamos, en general, para observar, valorar, disfrutar lo pequeño, el principio de lo que será. 

Pareciera que lo pequeño ralentiza, devalúa, aburre... y ¡qué paradoja!, si decimos que el tiempo vuela mirando los años, los días, las horas... al mirar los segundos (mira los segundos), el vértigo es implacable, doloroso, atroz. Y es la misma velocidad. 

¿Quieres imprimir velocidad? Mira lo pequeño.

¿Quieres imprimir intensidad? Lo pequeño.

¿Verdad? Ve al origen. Al principio. Ve. Voy.

Así que aquí estoy. Aquí estás tú también, (¡Hola!, Gracias por esa sonrisa.)

Mirando lo pequeño porque llevaba un tiempo dejando que la impaciencia me calara el ánimo de agobio, pensando que el tiempo juega en contra, cayendo en la trampa asesina... y no.

Miro lo pequeño y veo todo a favor, porque aquí, en lo pequeño, TODO, está ya ocurriendo. Segundo a segundo. El origen. Lo que será. Aquí, ahora. 

Y, entre tú y yo, este instante es exquisito.

Y aunque la impaciencia acecha traicionera tras los plazos peregrinos en el corcho, en la pizarra, en los calendarios, ahora estoy con lo pequeño, con el paso a paso, acordándome de degustar este momento fugaz en el que todo esto es sólo mío, en la antesala de lo “nuestro”.

Segundo a segundo. 

Cada segundo bien empleado. Como todos estos, aquí, contigo. Son un regalo. 

Todo este tiempo en conjunto, mil veces multiplicado, destinado a unirnos, cada vez que nos miremos, que nos leamos.

Ahora vuelvo al tintero. Pronto volveré a besaros.

En la foto Vera bebiéndose los segundos.

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